sábado, noviembre 19, 2005

sumergido en la calle, la ultima hora que pretendia soportar
arrancar del calendario como se abrillanta el limo en las tuberias;
aliviado, el resplandor livido de las viñas empaquetadas,
impacientes
despiden un vaho a mentira, a nombre,
a cascara antigua, a flor tardia que se desprende con la tarde,
descansa un sueño livido como desmayo,
y se satura las encias con risas en la mañana,
antes que las prisas le saturen de inmundicias,
y el halito se ennegresca,
como mi propia lluvia adhirio el silencio en las aceras,
como otros junios pasaron,
como otros diciembres vendran,
secuestro de una mirada el mimbre blanco y lo tiendo al sol, sin esperar
a que la mosca cruze por mi vientre le sonrio y
le despido del calor.

me sereno las sienes a dos dedos
y recomienzo,
desabrocho la calma y busco el semblante que propicio
el tumulto de estos vaso,resisto pensar que de cualquier manera, tibio o hinchado,
he de encontrarme dormido en unas horas,
para que pues la deriva si del otro lado hay la misma tierra, y el mismo brazo firme
que sujeta mi estomago.
cuidame: placer, de no perderte el rastro
el dolor, el sabor a diario nuevo
y el olor a manos sucias de barrerse la carne, de ultimar a horcajadas la sonrisa
y de intimidar a las horas con el desfiguro de cinco segundos
practicos de muina con la aurora
y este alarido que resulta de los cierzos
de los mezquites y el mezcal
salado de tanto guardarse en las alfombras,